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Mostrando entradas de abril, 2017

El Hacker del viento.

En 1887, Heinrich Hertz demostró la existencia de las hondas electromagnéticas predichas por James Clerk Maxwell en 1856. A partir de 1896, Marconi, comienza los experimentos de transmisión de señal en distancias largas y el 12 de diciembre de 1901, realiza con éxito la primera transmisión inalámbrica transatlántica (de Cornualles a Terranova). La nueva era de la comunicación global había empezado.  En los años posteriores la actividad de Marconi y su equipo se centró en asegurar el registro de patentes de la nueva tecnología (algunas robadas descaradamente a Nikola Tesla) y a mostrar al mundo las maravillas de su invento.  Una de las demostraciones más mediáticas se celebró una tarde del mes de junio de 1903 y tuvo como invitados a numerosas personalidades y a los miembros de la Royal Institution de Londres. Congregados en la sede del Instituto, esperaban impacientes la recepción de la señal que el famoso inventor  Guablilmo Marconi, enviaría desde una estación situada a 500 k

El hombre que midió la Tierra con un palo.

Pentathlos era un campeón. Destacaba en las más exigentes disciplinas de la mente. Era el atleta del pensamiento que sumaba más méritos en el conjunto de la cinco materias más relevantes del conocimiento griego: geografía, astronomía, filosofía, poesía y matemáticas. Pero su nombre, en realidad, era Eratóstenes y había nacido en Cirene (en la actual Libia) hacia el año 276 a.C. Sin embargo pasó su juventud en Atenas, educando su insaciable curiosidad con el estudio de los grandes pensadores griegos que le precedieron. Pentathlos pensaba en aquellos años de juventud en las playas próximas a Atenas. Se redrdaba a sí mismo paseando junto a su amigo Arquímedes por las playas de la ciudad y subiendo a las colinas cercanas para contemplar el horizonte del mar: aquella línea que se curvaba levemente en la lejanía. Desde lo alto observaban fascinados como los barcos desaparecían en la distancia aún nítidos a su vista penetrante: primero parecía hundirse el caso lentamente y luego el mást

El triángulo egipcio

Pitágoras observaba a los agrimesores egipcios afanarse con sus cuerdas entre los campos enlodados. Iban cargados con estacas y las clavaban con gran precisión en los puntos que indicaban sus tablillas. Lo hacían con gran pericia y solo utilizaban una larga cuerda con nudos equidistantes. Después de trazar cada parcela aplicaban a los postes los sellos imperiales y un escriba grababa los signos de cada agricultor. Las parcelas asignadas estaban perfectamente medidas pese a que la crecida del Nilo convertía las tierras negras en un lodazal. Los agricultores esperaban pacientemente que terminaran para hacerse cargo de su parcela y empezar las tareas de siembra. Pitágoras se acercó a los funcionarios. Enseguida se dio cuenta de que la cuerda que utilizaban estaba dividida en 12 partes iguales marcadas con nudos. El sacerdote que los dirigía, que había estudiado en las escuelas de los templos  conocía los secretos de la medida y el cálculo, ahora oficiaba de funcionario real para repartir

Las Torres de Hanoy

Hubo un tiempo en que "Hanoi" era, par mí, una palabra con reminiscencias bélicas. La Guerras de Indochina y de Vietnam nos llenaron los ojos de estallidos y napalm en un periodo de treinta años entre 1945-75. Más tarde aprendí que era la capital de Vietnan del Norte, también llamada Tonkín; que tiene ya más de mil años y que casi siempre fue el centro político más importante de la región. Hace algunos años, por medio de un libro escolar de matemáticas, descubrí que esa ciudad prestaba su nombre a una hermosa leyenda creada para presentar un curioso juego procedente de la antiquísima India, país de gran relevancia matemática al que debemos, entre otras muchas cosas, la primera expresión del cero posicional. Curiosamente Hanoi, no es el lugar de referencia de la leyenda y su denominación nos hace pensar que fue bautizado así debido a las numerosas referencias que tenía la población francesa a finales del s. XIX de esa capital debido a la guerra colonial en la llamada Ind

Hypatia de Alejandría

Hace una semana participé en un programa radiofónico realizado por las presas del penal Alcalá-Meco I. E El espacio se llamaba "Entre nosotras" y creo recordar que se emitía de 11:30 a 12:15 en la frecuencia 90.5 FM. Mi papel, aparte de colaborar espontáneamente desde uno de los micrófonos leyendo alguna noticia del resumen de prensa con que se iniciaba el programa consistía en exponer un personaje en la sección de Mujeres en la Historia que ocupaba la segunda parte de la emisión. El personaje que había elegido era Hipatia de Alejandría, la extraordinaria mujer y científica que vivió en el ocaso del esplendor de la Biblioteca de la ciudad de Alejandría. Yo había preparado concienzudamente desde hacía meses mi intervención. Tenía resumidos y preparados amplios aspectos de su vida y, especialmente, su muerte; había investigado largamente sobre su biblioteca, seleccioné cuidadosamente unos cuantos pasajes musicales de Tenergy (un grupo musical de rock progresivo que ha edi

La Biblioteca de Alejandría

331 a.C. Alejandro recordaba la Odisea. Esta epopeya había sido su libro de cabecera desde los 13 años en que su maestro Aristóteles la puso en sus manos. Aún recordaba una enigmática frase de su autor Homero en el libro: "Hay a continuación una isla en el mar turbulento, delante de Egipto, que llaman Faros". Ahora estaba allí, tras haber conquistado Egipto el año anterior, fijando en la isla citada aquella mirada bicromática que tanto incomodaba a sus visitantes. Faros, se alzaba enfrente de la costa. - Un dique que la uniera con Tierra -pensaba- formaría dos magníficos puertos. Sería una base estratégica para los barcos que llegaban del Mediterráneo y de más allá de las columnas de Hércules cargados de ricas mercancías: lingotes de bronce y de oro de España, barras de estaño de Bretaña, algodón de las Indias, sedas de China. Previó un grandioso faro en la isla para guiar a los navegantes y lo imaginó con un gran fuego permanentemente alimentado en su cúspide. En su ca

La medicina fuego

"El dominio del fuego fue una aspiración del hombre que no se detuvo cuando descubrió la manera de crearlo. Siguió desarrollando mecanismos y artilugios para conseguir la chispa sagrada: todo su afán fue dominarlo y utilizarlo para sus fines. Y entre sus fines estaban el entretenimiento, el bienestar, la industria y la guerra."  El chiquillo cogió la bolsita de plástico y sacó una pequeña cantidad de clorato de potasa y azufre al 50% formando un montoncito sobre la acera. Lo había comprado en la droguería del barrio donde lo vendían al por menor. El droguero sabía, evidentemente, el objetivo de aquellas compras al menudeo. Eran demasiados chiquillos pidiendo sus bolsitas de clorato de potasa y su parte igual azufre, tenía que saber lo que hacían con ello. El  niño colocó una piedra pequeña y plana encima del montoncito que había preparado. Luego aplicó un fuerte pisotón sobre ella y se produjo una pequeña explosión. Esto le fascinaba.  Pero aquel juego pronto le supo a p

Psammites.

La ciencia refuta a la lengua, ataca directamente a las categorías gramaticales y desmonta la antonimia de sustantivos contables-incontables: todos son contables. Los típicos ejemplos del agua ("son incontables las gotas de los océanos"), de las estrellas ("incontables como las estrellas del cielo") o la arena ("Tu descencencia será incontable como las arenas del desierto") ... se someten al poder conceptual de las matemáticas. La primera noticia de un contador de arena que se conoce tuvo lugar hace más de 2.200 años. "Existen algunos, Rey Gelón, que creen que el número de granos de arena es infinito en multitud; y cuando me refiero a la arena me refiero no sólo a la que existe en Siracusa y el resto de Sicilia sino también la que se puede encontrar en cualquier región, ya sea habitada o deshabitada. Una vez más, hay algunos que, sin considerarlo como infinito, creen que ningún número ha sido nombrado que sea lo suficientemente grande como