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Breve historia de la esteganografía - 1: Los primeros esteganógrafos de la historia.

Espoleado por una provocación criptográfica llamada código Voynich, reto de la criptología, me animo a continuar este ensayo sobre la técnica de ocultar a ojos indeseados un mensaje.

Hablaré primero de la esteganografía, término que proviene del griego "steganos" (secreto) y "grafía" (escrito). Este procedimiento intenta ocultar la existencia misma del mensaje oponiéndose a la criptografía que no oculta la presencia de un mensaje que puede percibirse perfectamente, pero que está deforma de tal manera que resulta incomprensible.


En esta primera entrada trataremos la esteganografía clásica (la más usada hasta la aparición de losa medios digitales)


Los primeros esteganógrafos de la historia
La esteganografía ha estado presente en nuestra civilización desde tiempos inmemoriales y ha sido tradicionalmente empleada por las agencias militares y de inteligencia, los criminales y la policía, así como por civiles que desean comunicarse en secreto. Los libros de historia ya nos proporcionan, en la antigua civilización griega,los primeros ejemplos del empleo de ingeniosas técnicas para esconder un mensaje de forma que pasara desapercibido.

Herodoto de Halicarnaso narra en sus libro "Las Historias", escrito entre los años 484 y 430, el más conocido antecedente de la esteganografía. El autor describió cómo el general ateniense Histieo trataba de animar a su yerno Aristágoras de Mileto para que se rebelara contra el padre de Jerjes, el famoso rey persa y como, para evitar que su mensaje fuera interceptado, Histeio tuvo la original ocurrencia de rasurar la cabeza de uno de sus criados y escribir sobre su piel el comprometedor mensaje. Luego esperó a que le creciera el cabello de nuevo y envió al mensajero que se presentó ante Arsitágoras y, tras rasurarse la cabeza, mostró su calva con el mensaje privado.

Años después, llegaron a Esparta unas tablillas de madera para avisar de que Jerjes estaba al acecho. Los griegos usaban tablillas enceradas para, con ayuda de un punzón, escribir en ellas. Luego la cera contenida en las tablillas era recalentada y podía reutilizarse. Los griegos grabaron un mensaje directamente sobre la madera y luego, una vez cubierta de cera coloreada, otro intrascendente sobre la misma. El mensaje llegó a su destino en Esparta sin ser descubierto.

Heródoto cuenta también la historia de un noble medo llamado Hárpago que se enemistó con el rey Astiages. Como venganza, escribió al rey persa Ciro en las tripas de una liebre que le envió a través de un mensajero disfrazado de cazador. El cazador indicó que el rey Ciro debía desollar al animal personalmente y en su interior encontró un mensaje en el que le aseguraba que le ayudaría a sublevarse contra los medos, como así hizo.

Eneas el Táctico, otro escritor del siglo IV a. C. que escribía sobre tácticas militares, dedicó un capítulo completo de su Poliorcética a este arte. Eneas sugería numerosos métodos para poder transmitir una información camuflada, como escribirlo en hojas curativas adheridas a una herida como remedio medicinal; escribirlo sobre una vejiga hinchada para que al deshincharse no se pudiera leer y pasara inadvertido, escribir la información en laminillas de plomo que luego las mujeres usaban como si fueran pendientes. Una versión más avanzada consistía en usar animales para transmitir los mensajes, como un perro al que se le ataba en la correa la información. Cuando se soltaba, éste solía volver con su amo, que recibía el mensaje sin levantar sospechas.

Desde entonces los métodos de ocultación de mensajes han evolucionado a lo largo de la historia desde la utilización de tintas invisibles hasta el camuflaje de microfilms en lugares tan insospechados como los puntos de una "i" impresa en un documento cualquiera.

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